UZBEQUISTAN

Ruta de la Seda

Por En MIS VIAJES

Uzbequistán te transporta a historias de las Mil y Una Noches, a los relatos de Marco Polo, al exotismo del pasado. Un viaje alucinante lleno de sorpresas.

 

Uzbequistán, en Asia Central, es un país joven, que nació en 1991 tras la descomposición de la URSS  a la que perteneció durante casi setenta años y dejó en él una profunda huella.

También tiene un mítico pasado que se forjó gracias a la Ruta de la Seda. Ciudades tan fascinantes y evocadoras como Samarcanda, Bujará o khiva, dan fe de ello.

Hoy día, es un país muy seguro, mayoritariamente musulmán pero sin extremismos, hospitalario, de gente encantadora.


RECINTO MEMORIAL SHAKHIDLAR MAYDONI

Mi viaje comenzó en Tashkén, su capital, que no era para nada la idea que yo tenía de ciudad centro asiática. Con sus  grandes avenidas, restaurantes modernos y edificios elegantes, es una curiosa fusión de herencia soviética y estética uzbeca.

Es la ciudad más grande de Asia Central. Sus habitantes son amantes de la Ópera, el Teatro y de pasear por sus gigantescos parques. El centro comercial moderno no difiere de cualquier ciudad occidental capitalista. Me hizo gracia, que la primera tienda que vi fuese Zara.

Bajo esta apariencia de ciudad nueva, su historia se remonta al siglo IV a.C.

Su ubicación privilegiada en la Ruta de la Seda la hizo objeto de la codicia de numerosos pueblos, que la saquearon e invadieron. Los árabes en el siglo VIII,  Genghis Kan en el siglo XIII  y Tamerlán, otro general mogol, se hizo también con la plaza, y  curiosamente se convirtió en el héroe de la patria uzbeca y artífice de sus días más gloriosos.

Durante el siglo XIX, siendo capital del Janato de Kokand, fue un próspero enclave comercial. Tras la independencia en 1991 de la URSS, se convirtió en la capital de la recién creada República de Uzbequistán.


 

 

Mi primer paseo por la ciudad me llevó a Chorsu Bazar, un mercado cuyo edificio principal está cubierto con una cúpula color turquesa inspirada en la arquitectura persatimúrida. El interior tiene forma circular y como en todos los bazares orientales, las tiendas se distribuyen según las mercancías que venden (carnes, frutos secos, verduras, artesanías, especies….).

Es uno de los mercados más importantes de toda la región. Me fascinó el bullicioso ambiente y la visión general que aquí te haces, de la mezcla étnica y cultural característica de Tashkén.

Aunque el mercado ha estado activo durante siglos, fueron los soviéticos los que lo construyeron y cubrieron con la cúpula azul. En Chorsu puedes comprar absolutamente de todo y probar los platos, bebidas y postres típicos de Uzbequistán. Los panes recién hechos, el plov, plato típico uzbeco, compuesto de arroz con varios vegetales y carne….

 

 


Visitar el complejo Hazrat Imon, centro religioso oficial del país, me dejó alucinada, fue el anticipo de lo que me esperaba en Samarcanda o Bujará.

El origen del complejo se remonta al siglo XVI, fue remodelado en 2010 y sus edificios más destacados son:

El Mausoleo de Abu Bakr Kaffal Shashi (filósofo y poeta de la corte Shaybánida, nombrado santo imán).

La madraza Barak Khan, que data del siglo XVI.

La mezquita Tilla Shekh, construida en 1856.

El Museo de la Biblioteca Muyi Muborak, originalmente una pequeña madraza construida en el siglo XVI, donde se conserva el Corán del califa Osmán (siglo VII), considerado el más antiguo del mundo, escrito en piel de ciervo.

Tashkén, punto de partida de un viaje a los escenarios de la mítica  Ruta de la Seda, guarda también sus tesoros. Te animo a que los descubras.

Pasear por la Plaza de la Independencia, símbolo del final del yugo soviético, visitar el Museo Amir Tamur, en el Recinto Memorial Shakhidlar Mydoni, donde empaparte de la cultura uzbeca, saborear su gastronomía. disfrutar de un espectáculo, ópera o ballet en Navoi Opera, coger el metro, básicamente para disfrutar de su belleza. recorrer sus preciosos parques, son otros de los atractivos que esta ciudad te ofrece.

Me alojé en el Internacional Hotel Tashkén, en la Avenida Amir Temur, parecía a estrenar. Bien ubicado y confortable.

De categoría similar son, el Hotel Lotte City Tashkén Palace, el Hotel Wyndhan Tashkén, o el Hotel Hyatt. Estos hoteles tienen precios asequibles para nuestros bolsillos, ya que rondan los ciento y pico euros.


A mi vuelta a Tashként, después de finalizar mi ruta y antes de retornar a España, decidí aprovechar mi último día para hacer una escapada a la zona montañosa cerca de la capital uzbeca.

Si tienes tiempo, te recomiendo esta bonita excursión, desde Tashkén a el macizo montañoso de CHIMGAN  y su estación de esquí, a 85 kilómetros de la capital.

En el recorrido bordeé el lago Charvak, me adentré en un paisaje montañoso salpicado de pueblecitos  típicos. La subida a la estación de esquí fue una aventura, ya que  los telesillas daban un poco de miedo, eran bastantes rústicos. La ascensión fue  divertidísima. En la estación de esquí hay complejos hoteleros para los que quieran disfrutar de este deporte en estas latitudes entre diciembre y marzo

Si vas con el viaje organizado no tienes más que incorporarlo en tu plan, si no es el caso, podrás contratar el viaje en cualquier agencia de viajes o bien en el hotel donde te alojes.

De Tashkén, partimos en coche hacia Samarcanda, a unos trescientos km.
Evocar esta ciudad ya emociona y mi encuentro con ella superó con creces mis expectativas


 

SAMARCANDA  es la segunda ciudad de Uzbequistán después de Tasként. Fue declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 2001.

Esta ciudad de 2700 años de antigüedad es una encrucijada de culturas. Fue una de las  ciudades más importantes y majestuosas de la Ruta de la Seda entre China y el Mediterráneo. En el siglo XIV se convirtió en la capital del imperio de Timur (Tamerlán) y es el sitio donde se encuentra su mausoleo

Tras acomodarme en el hotel me dirigí al centro neurálgico de la ciudad, La Plaza Registán


Registán era el corazón de la antigua ciudad de Samarnanca de la dinastía Timúrida, ahora en Uzbequistán, significa, lugar de arena en Persa.
En esta plaza pública las personas se reunían para escuchar las proclamaciones reales anunciadas por explosiones en enormes tubos de cobre llamados dzharchis. También era lugar de confluencia de comerciantes y científicos, punto de encuentro del conocimiento de Asia central.

Está enmarcada por tres Madrasas (escuelas islámicas) Ulugbeg,  Sher Dor  y Tila-Kari, terminadas entre los siglos XV y XVII.


La Madraza de Ulugh Beg, es la que encontramos a la izquierda de la plaza.

Fue construida en el siglo XV por orden de Ulugh Beg, de la dinastía timurí, descendiente de Tamerlán, y  apasionado del estudio de la astronomía y la ciencia. Esta escuela coránica estaba  dedicada al estudio de las matemáticas, medicina, astronomía, filosofía y teología. La Ruta de la Seda acercó a los grandes científicos de la época  y muchos de ellos estudiaron aquí.

La Madraza  Tilla Kari ocupa el espacio central de la plaza. Fue levantada por orden de Yalangtush Bakhoduren el siglo XVII. Alberga una pequeña mezquita dentro, ricamente decorada con motivos geométricos dorados y azulados, en la que destaca su cúpula. Preciosa!!!

Frente a la de Ulugh Beg se encuentra la Madraza de Sher-Dor, siglo XVII. Tiene un fantástico mosaico que representa dos tigres escalando la pared, nada usual,  ya que la religión islámica prohíbe  la representación de seres animados. Para mi gusto la más bonita.


Después de corretear de un lado para otro excitada con tanta belleza, curioseando por los puestecitos ubicados en las que fueron las habitaciones de los estudiantes en las madrazas, me dan un toque de atención para seguir nuestro camino, que nos lleva a una de las más antiguas mezquitas de la ciudad, ya que fue construida en tiempos de Tamerlán, la Mezquita Bibikhanum. Artesanos llegados de Bagdad, Persia o Damasco, aportaron toda su maestría para alzar un templo que no tuviera parangón en el mundo islámico. Gran parte de ella está restaurada.

Para el día siguiente dejamos el Mausoleo de Tamerlán ( Gur Emir). El gran guerrero turco mogol lo mandó construir para su nieto en 1403, pero murió prematuramente en una batalla contra el Imperio chino, de manera que Gur Emir acabo siendo su tumba. De estilo islámico persa, este conjunto es un ejemplo del esplendor artístico que la dinastía timúrida alcanzó en Samarcanda.

La tarde la dedicamos a la Necrópolis de Shah-I-Zinda (Tumba de los reyes vivos) y el observatorio de Ulugh Beg.


 

 

Este bellísimo conjunto de tumbas y panteones, a cual más suntuoso, decorados con azulejos vidriados de colores turquesa y azulón,  se reparten a lo largo de una empinada calle y  culmina en la que se cree la tumba de QusamIbn-Abbas, primo directo de Mahoma y defensor de la ciudad de los enemigos del Islán,  una obra maestra del arte islámico. Comenzó a construirse en torno al siglo XIV y tuvo su gran florecimento artístico en tiempos de Tamerlán.

Las  tumbas pertenecen a hermanos y hermanas de los antiguos monarcas timúridas, incluidos los de Tamerlán y Ulugh Beg, así como a algunos de sus más valerosos generales.

¡¡¡Maravilloso lugar!!!!

A unos km de la necrópolis está el Observatorio de Ulugh Beg.

Nos dirigimos hasta allí en nuestro coche y en el camino pudimos apreciar el desarrollo que esta ciudad estaba experimentando. Edificios nuevos de cuidada arquitectura que nada tenían que ver con el estilo monolítico soviético, bonitas avenidas, centros comerciales de diseño etc. Ya por fín llegamos al observatorio, un lugar curioso, sin más,  homenaje a nuestro ya conocido Ulugh Beg y a su pasión por la astronomía.


 

 

Por la noche habíamos reservado entradas para el espectáculo de luz y sonido de la Plaza de Registán. Me encantó,  y eso que mientras lo disfrutábamos estalló una tormenta que nos dejó calados, eso sí, resultó mucho más bonito. Tuvimos suerte porque sólo se celebra cuando se han vendido suficientes entradas por adelantado. No te lo pierdas.

Los casi tres días en Samarcanda fueron pura emoción, pero tocaba partir hacia el siguiente destino, Bujará.

En Samarcanda me alojé en el Hotel Registán Plaza, cómodo y bien ubicado. El Hotel Bibi  Khanum debe de estar muy bien, según he oído y la ubicación privilegiada.


De camino a BUJARÁ  hicimos una parada  en  SHAKHRISABZ

 

Shakhrisabz, la ciudad donde nació Tamerlán, se encuentra a 130 km  de Samarcanda.

En esta ciudad visitamos  los restos de su palacio (Ak-Saray), los mausoleos de sus hijos, y la mezquita Kok Gumambaz, la tumba que nunca ocupó.

Por albergar estos lugares, esta ciudad  fue declarada Patrimonio de la Humanidad.

Con medio día es suficiente para admirar estos vestigios del pasado. La ciudad moderna es de estilo soviético, no tiene ningún interés. Nosotros aprovechamos la mañana  para las visitas, almorzamos y partimos hacia Bujará a 290km.

Al anochecer llegamos a Bujará y nos acomodamos en el hotel.


 

 

Bujará, de una belleza apabullante, me pareció, si cabe, más mágica que Samarcanda.

Fue la capital de un reino samánida, una dinastía de emires persas, cuyo imperio ( 819-999) en su máximo apogeo se extendía desde Mongolia a las fronteras del actual Paquistán.

Eran grandes mecenas del arte y la literatura. Tras la islamización de Asia Central, Bujará se convirtió en centro cultural y religioso, siendo una de las Ciudades Santas. En sus madrasas enseñaban figuras de la talla de Avicenas. A principios del siglo XIII fue arrasada por GengisKhan, que sólo respetó el minarete Kalon.

Enclave importantísimo en la Ruta de la Seda, aglutinó saber, tradición y arte, y es por ello que fue declarada en el 2002 Patrimonio de la Humanidad.

La primera visita  del día fue a El Complejo Poi Kalon, el corazón de Bujará. En esta plaza se ubican una madrasa, una mezquita y uno de los más bellos minaretes alzados, de nombre kalon, icono de la ciudad.


La Madrasa Mir-Arab siglo XVI sigue funcionando como escuela coránica, por lo que no está permitido acceder a su interior. Frente a ella la Mezquita Kalon, una de las más grandes de Asia Central. Aunque su origen viene del año 795 después de Cristo y parece que fue agrandada por Ismail Samai, fundador persa de la dinastía Samánida, que renunció al Zoroastrismo por  el Islán, su estructura actual es del siglo XVI, ya que fue destruida por Genghis Khan.

El enorme patio interior, con apenas gente cuando lo visitamos, con sólo un árbol y una fuente para las abluciones en su centro, me pareció un espacio lleno de paz.


Junto a la plaza hay un restaurante desde cuya terraza tienes unas vistas preciosas del conjunto. No es mala idea tomar algo y relajarte mientras contemplas semejante maravilla.

Seguimos callejeando de camino a la Fortaleza  Ark ,lugar de residencia de los emires de Bujará durante el invierno. El aspecto exterior de sus murallas me  pareció imponente,  estaban recién restauradas.  Su interior una sucesión de tiendecillas y especie de museítos, sin mayor interés, pero curioso de ver. El Palacio de Verano, un auténtico pastiche, está a 6 km de la ciudad, por si tenéis curiosidad.

 


 


 

En medio de un parque, al oeste de la ciudadela, nos encontramos con el mausoleo más antiguo que se conserva en Bujará, el de Ismail Samani, que se cree, ordenó su construcción entre los siglos IX-X.  Aquí están enterrados el fundador de la dinastía Samánida, que conquistó la ciudad a finales del siglo IX  y su nieto. Es otro de los edificios que los mongoles dejaron en pié.  Esta pequeña construcción de ladrillo, decorada con figuras geométricas y cúpula semiesférica, es de una geometría perfecta.

Cerca está el Mausoleo Chashma Ayub, uno de los monumentos de arquitectura religiosa más venerados en Uzbequistán. Incluye el mausoleo y la Chashma, que es la fuente sagrada de aguas cristalinas, que según la leyenda, Job hizo brotar para aliviar la sequía que sufrían estas tierras. Hay aquí un museo del agua y de los tapices.

 

La Mezquita Bolo Khauzme me pareció preciosa, muy diferente a las otras que había visto. Su portada principal ligera y bellísima sustentada por finos capiteles de madera se reflejaba en el estanque, en cuya orilla se ubica, creando una preciosa imagen.

Comimos en un restaurante de los alrededores y seguimos en dirección a  la Plaza de Lyad-iHauz, la otra plaza de visita obligada en la ciudad.


La Plaza de Lyabi-Hauz “ la orilla del estanque” con sus imponentes edificios, sus teterías y su estanque central, es punto de encuentro obligado para disfrutar del ambiente de esta ciudad ( yo me la encontré en obras). La madraza Nadir Divanbeghiy la madraza Kukeldash (siglos XVI-XVII), franquean la plaza.

Pasear por Bujará, adentrándote en su laberinto de calles, curioseando por aquí y por allá, es un auténtico placer  a cualquier hora del día. Las noches son mágicas, una experiencia única que te transporta al pasado de esta mítica ciudad.


Bujará está llena de tiendecitas y bazares que hacen que el callejeo sea muy entretenido y evocador, ya que la arquitectura del centro histórico te hace sentir en otra época.

Entre muchos, está el mercado de las cúpulas. Es un complejo de tres mercados: Toki-Zargaron «cúpula de los joyeros», Toki-Sarrafon «cúpula de los cambistas” y Toki Tilpak-farusshon “cúpula de los sombrereros y tejedores de alfombras”, muy bonito.

Otra opción para relajarte que te ofrece está ciudad, es la de disfrutar de un Hamam. Yo fui al Bozori Kord, que funciona desde el siglo XVI, y que decir, el lugar era precioso y auténtico, pero el masaje a mi no me gustó, por no hablar del habitáculo donde te tenías que cambiar. En fin, una aventura, hay que probarlo todo.

Otro de los edificios que no te puedes perder es la hermosa madrasa  Chor-Minor, con influencia  del arte indio, construida en 1807 por un rico comerciante turco. A mí me llamo la atención por su originalidad.


Desde Bujará hice una excursión que os recomiendo

Cerca de Bukhara a unos 12 km, está el Santuario sufí de Naqshband, en él se venera a un místico sufí, que dicen, fue muy milagroso. Vivió en el siglo XIV y sus seguidores, que forman la orden sufí más influyente del mundo, le construyeron un mausoleo en el siglo XVI. A pesar su estado ruinoso, los fieles no dejaron de visitarlo con devoción, daban tres vueltas alrededor de un tronco muerto que considerado sagrado y pedían un deseo, intentaban arrancar una astilla portadora de buena suerte y dejaban una limosna bajo él.
Cuando yo lo visité estaba completamente restaurado y convertido en lugar de peregrinación de primer orden. El complejo lo forman mezquitas, madrazas y mausoleos restaurados en 2003. El recinto es enorme, pero hay gente pululando por todas partes. La visita es interesante, más que nada por conocer aspectos culturales y religiosos del pueblo uzbeco


Los hoteles que os recomiendo en esta ciudad:

  • HotelMalikaBukhara,
  • Hotel OrientStarBukhara,
  • Hotel Omar Khayam y Hotel Kukaldosh.

Todos ellos muy bien  ubicados en el centro histórico. Yo me alojé en el Malika.


Desde Bujará partimos vía desierto Kyzyl-Kum (452km), unas 6 horas hacia Khiva

 

Khiva, Jiva en castellano, se sitúa entre dos desiertos, Kara-Kum y Kizil-Kun, cercano al río Amu Daria en la provincia de Corasmia, de la que fue capital hasta principios del siglo xx.

Según la leyenda, Jiva fue fundada en el lugar donde Sen ( hijo de Noe) cavó los pozos Keivah.

La región, muy árida, desarrolló un complejo sistema de irrigación a partir del II milenio a.C.  Fue ocupada por diferentes pueblos: persas, griegos, árabes, mongoles y uzbecos.

Importante enclave en La Ruta de la Seda, las caravanas  que llegaban a Khiva lo hacían completamente agotabas y sedientas. Aprovechaban su estancia aquí,  para reponerse y comerciar con los productos que transportaban, seda, jade, especias y porque no decirlo esclavos (El tráfico de esclavos  duró hasta 1865), pero también para compartir  Saber, Arte y Tradiciones.


 

Jiva fue declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1990, por ser uno de los mejores ejemplos de arquitectura árabe que se conservan en Asia Central.

El lugar en sí, es un museo, pasear por las calles de la ciudad vieja o Ichan Kala nos acerca a la vida de aquel antiguo oasis donde se adentraban las caravanas camino de Irán. Esta ciudad de cuento oriental, donde sigue viviendo la gente, en la que cualquier rincón hace las delicias de quien la visita, me dejó maravillada.

La ciudad vieja de Jiva está completamente amurallada con cuatro puertas situadas en los cuatro puntos cardinales. La muralla, muy antigua, fue reconstruida casi por completo e el siglo XVIII. Todos los monumentos de esta ciudad te los encuentras al paso, mientras recorres plácidamente su escaso perímetro. La calle Polvon Kori es su eje principal y va desde la Puerta oeste a la Puerta Este, ambas del siglo XIX. A lo largo de la calle se pueden admirar algunos de sus minaretes, entre los que destaca el bellísimo Kalta Minor, icono de la ciudad.


La Mezquita de Juma es preciosa y muy original. La esbeltez de las 228 columnas de madera delicadamente talladas con diferentes decoraciones, que sustentan su patio , dan al conjunto un ambiente de recogimiento, acentuado por la luminosidad que permite la entrada de la luz a través de los orificios de su techo. Data del siglo X y fue reconstruida en el XVIII con el estilo propio de las antiguas mezquitas árabes. Su minarete sobresale sobre los tejados de Jiva y desde su cúspide se puede contemplar una bonita vista de la ciudad.
Otra de las sorpresas que me llevé tuvo lugar en el Conjunto de Islam khodja.


 

Fue, sin duda, después de subir los 100 escalones del minarete de la madraza de Islam Khodja,  donde quedé extasiada ante la panorámica mágica de Jiva, azules cúpulas, madrazas, callejas, mezquitas, escenario de las Mil y una Noches, ¡¡¡Qué bonito!!!. Este minarete es parte de la madraza del mismo nombre, y contiene un Museo de artes aplicadas, lo que quiere decir más tiendas.

Otra soberbia vista de la ciudad la encontré en Kunya Ark, (la fortaleza). Desde el mirador que deja tras de sí una muralla, se contempla el conjunto monumental maravillosamente.

 

Cuenta la leyenda que Pahlavan Mahmud, poeta sufí y guerrero célebre, santo patrón de Jiva, fue enterrado en 1325 en el patio de su vivienda taller que tenía en esta ciudad.

En 1701 se levantó en este lugar su Mausoleo, que no tardó en convertirse en lugar sagrado. Este es otro de los lugares que descubrirás callejeando por esta pequeña ciudad, son muchos los rincones  y muy  fáciles de descubrir.

Este enclave legendario y exótico no te deja indiferente.


 

Una experiencia inolvidable fue alojarme en el Hotel Orient Star Khiva, dentro de la zona histórica, un sitio privilegiado. Se trata de una antigua Madraza en la  que se han  adaptado las habitaciones  que ocuparon los estudiantes para alojamiento turístico.

El edificio es precioso, aunque la remodelación deja mucho que desear, me acuerdo que para llegar a la habitación tuve que subir con la maleta por una escaleras estrechísimas, la habitación era muy curiosa y el baño funcionaba de aquella manera, pero todos estos detalles resultaron insignificantes comparados con el placer de salir del hotel,   pasear por esas calles y creerte que te has trasladado en el tiempo. Las noches, con madraza y ciudad iluminadas, eran un espectáculo.

Terminada nuestra estancia en Khiva retornamos a Tashken en avión, desde el aeropuerto  de Urgench a 30km de Khiva.


SUGERENCIAS:

Viajar a Uzbequistán, aunque nos suene a tierras remotas, no es complicado, de hecho, es un país muy seguro, siempre que no te salgas de los circuitos turísticos. Todo consiste en sumergirte en su apasionante historia, elegir los lugares que quieres ver, las cosas que quieres hacer y planificar el tiempo para disfrutar de todo ello.

No obstante, tienes que tener en cuenta, que éste es un país joven, casi recién salido del dominio de la URSS, y aunque quiere desmarcarse de este pasado,  todavía le quedan ramalazos del inflexible aparato administrativo soviético. Desde su independencia, han apostado fuertemente por el desarrollo turístico, les ves las ganas de aprender de los mejores y más visitados destinos del mundo. Han mejorado sus infraestructuras muchísimo, pero todavía  les queda un poquito  para equipararse a nuestros estándares de calidad.  Así, que si quieres ahorrarte los trámites del visado, regatear con los taxistas, contratar los desplazamientos entre ciudades, te sugiero que hagas tu viaje a la carta, organizado por una buena agencia. Una puede ser DEVIAJE, pero hay muchas más. Tú decides lo que quieres y cómo lo quieres, eliges hoteles rutas etc.

Sea como sea, no te pierdas conocer este país, es alucinante.

Libros sobre Uzbequistán:

Las guías Olizane ofrecen mucha información para organizar el viaje a Uzbequistán. Se pueden encontrar  en  deviaje.com, libros de viajes, o en la propia tienda, en  Serrano 41, Madrid.

Aunque hay muchos lugares interesantes en el país, yo limité mi viaje a las magníficas ciudades de la Ruta de la Seda: Tashkén, lugar de llegada y punto de partida de mi aventura uzbeca, Samarcanda, Bujará, Khiva, además de otros lugares cercanos de interés cultural. Partiendo de Tashken y viajando en coche, el itinerario tiene su primer destino en  Samarcanda, la siguen Bujará y la más lejana Khiva. El retorno a Tashken  puede hacerse en  avión desde el aeropuerto de Urgench, a  40 km de Khiva. Otra opción es volar Tashken-Urgench, y comenzar el viaje en Khiva.

Transporte:

Los vuelos directos y de escala a Uzbequistán llegan al aeropuerto internacional de Tashkén,  a unos 5 kilómetrosl del centro de la ciudad. Para llegar a tu destino, si no has contratado este servicio previamente, que es mi recomendación, puedes optar por el servicio de autobuses, el billete se compra en el mismo vehículo. Otra opción es tomar un taxi compartido, en cuyo caso debes esperar a que se llene (muy barato), o exclusivo para ti, un pelín más caro.

El tren no es muy puntual, pero es una buena forma de trasladarse entre ciudades. El de alta velocidad “ Afrosiad”, circula a diario entre Tashken y Samarcanda, éste sí que es rápido. Hay que hacer reserva previa si quieres encontrar plaza.

El clima en Uzbequistán es continental. La  mejor época para ir es primavera, de marzo hasta junio. Yo fui en abril, en las vacaciones de Semana Santa, y me hizo un tiempo estupendo. Otra buena época es de septiembre hasta noviembre.

Llevé ropa de primavera, un anorak  para la montaña y una cazadora. Puede llover, pero nada que incomode. A partir de Julio, hasta septiembre hace muchísimo calor.

El dinero lo cambiaba en el hotel, también se podía en el mercado negro, pero era menos fiable. Tienes que llevarlo en efectivo, en la mayoría de los sitios no te admiten tarjetas. Guarda todos los recibos, ya que te controlan el dinero tanto en la entrada, como  en la salida de el país, y si no cuadran las cuentas, tienes un problema. En algún sitio (tiendas de artesanías) te admiten dólares o euros y además se pueden cambiar en el hotel.  Recomiendo viajar con dinero en efectivo.

Procura elegir hotel dentro de las zonas céntricas y turísticas, donde puedas salir tranquilamente a pasear. No es buena idea hospedarte en lugares distantes a los seguros centros históricos, además a te ahorrarás tiempo y dinero.

Los uzbecos son musulmanes, más por cultura que por religión, sin embargo, procura respetar los lugares religiosos usando una vestimenta apropiada, “ Donde fueras haz lo que vieras”, es el mejor de los consejos.

Yo quedé cautivada por este país de soberbia arquitectura que te transporta a  tiempos míticos.

La Ruta de la Seda simboliza  el ansia de superación del hombre en busca de conocimiento, el intercambio cultural, el mestizaje de personas e ideas.

El comercio difundió  Saber, Ciencia y Literatura. Grandes viajeros de la época  como Marco Polo relataron historias de países remotos  y nos acercaron sus progresos. A través del comercio se intercambiaron mercancías de todo tipo que nos enriquecieron mutuamente.

Encontrarse con  estos escenarios es un sueño, Vívelo.

 


 

Escrito por Carmen Naranjo

Me llamo Carmen, soy historiadora del Arte, curiosa y viajera, y os quiero hacer partícipes de mis aventuras cotidianas en busca de momentos felices y lugares bellos.

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