Mi última escapada de largo fin de semana ha sido a Toulouse, la ciudad rosa a orillas del Garona. Me apetecía vivir el ambiente de los Mercadillos Navideños franceses y disfrutar del encanto de esta ciudad tan cercana y en otras épocas tan vinculada a España. Aproveché también para acercarme a Carcasona, que en estas fechas luce aún más bonita, si eso es posible.
Toulousse, al sur de Francia, es capital de la región de Occitania, así como capital histórica de la provincia de Languedoc y la cuarta ciudad más poblada del país galo. Me gustaría destacar algunos acontecimientos interesantes acaecidos en esta ciudad.
Los romanos la conquistaron entre 120 y 100 a.C. y le dieron el nombre de Tolosa. Los visigodos la eligieron como capital de su reino en el siglo V. Más tarde, también fue capital del reino de Aquitania y en el siglo IX del Condado de Tolosa.
Entre los siglos XI y XII arraigó en la región de Languedoc, cuya capital era Tolosa, una nueva concepción del catolicismo basada en una vida sencilla y austera, en el Humanismo y en el rechazo al materialismo de Roma. Los Cátaros o Buenos Hombres, que así eran llamados los miembros de esta comunidad, fueron declarados herejes por el Papa Inocencio III. Perseguidos y aniquilados en la Guerra de Religión, el inmenso Condado de Tolosa, como consecuencia, cayó en manos del rey de Francia. De nada sirvió la ayuda del rey Pedro II de Aragón, la brutalidad y el fanatismo del conde Simón de Montfort y sus cruzados, acabó con cerca de 30.000 personas; niños, ancianos y mujeres, en julio de 1209 en Béziers.
En 1369 fueron traslados a Tolosa los restos mortales de Santo Tomás de Aquino, el santo había fallecido un siglo atrás en Terracina.
Ya en nuestros tiempos, Toulouse fue la ciudad donde se exilió el gobierno republicano español tras la victoria franquista.
Hoy día es mundialmente conocida por su industria aeronáutica, su dinamismo y atractivo turístico.
Pasear por Toulouse es una delicia, su centro histórico es perfectamente abarcable a pie, que es la mejor manera de empaparse del alma de la ciudad, su ambiente, sus tiendas, sus monumentos. Con ese propósito, mis primeros pasos fueron dirigidos a La bellísima Place du Capitole, centro neurálgico de Toulouse. Rodeada de soportales y con la gran cruz Occitana decorando su pavimento, concentra a su alrededor una animada vida comercial y lúdica. Su cara este la ocupa la fachada neoclásica del Capitolio, construido entre los siglo XV y XVI, sede del Ayuntamiento y el Teatro de la Ópera, un majestuoso edificio de ladrillo rosa. En el lado opuesto de la plaza, los frescos de Raymond Moretti en los techos de la galería porticada, resumen la historia de la villa.
Callejear por las estrechas calles peatonales que parten de la plaza y dirigirme por la Rue du Taur hasta la basílica de St. Sernin me ocupó parte de la mañana, la preciosa decoración navideña hacía que cada escaparate, cada rincón, mereciese una parada.

La Basílica de San Sernin es una de las iglesias románicas más grandes del sur de Francia. Se construyó entre finales del siglo XI y principios de XII. En su origen formaba parte del complejo de una antigua abadía, que desapareció con el tiempo y era parada obligada para los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela. La entrada es gratuita, salvo a la Cripta, donde se guardan las reliquias de San Saturnino. Me llamó la atención su historia, que cuenta que el santuario fue construido sobre la tumba de San Saturnino, obispo de Toulouse, martirizado hacia el año 250. Según la leyenda, el martirio consistió en ser arrastrado por un toro salvaje. La rue de Taur (calle del toro), entre el Capitole y San Serín, debe su nombre, a que fue en ella donde el santo cayó muerto.
La basílica de San Sernin forma parte de los bienes inscritos en el Camino de Santiago francés Patrimonio de la Humanidad en 1998.
Tras curiosear en el interior del templo, sobrio y bello, llegó la hora de deleitarme con otro arte que destaca en Toulouse, su gastronomía. El dilema estaba entre elegir Le Sherpa, bohemio local famoso por elaborar crepes de todos los sabores e ingredientes, en la rue du Taur o degustar gastronomía local en el restaurante Chez Gaston, en la Rue du Jacobins, cerca también de la place du Capitole. La creperí fue la opción elegida, por ser más desenfadada y divertida. Hacia allí nos dirigíamos cuando nos topamos con otra de las preciosas plazas de esta ciudad, la plaza de Saint Etienne, también conocida como la de la Catedral, por encontrarse el templo en la plaza. Su bonita fuente renacentista es la más antigua que se conserva en Toulouse y le da un encanto especial al espacio.
Ya en la creperí, después de un buen rato de relax y con los estómagos satisfechos, nos acercamos a la oficina de turismo, ubicaba en otro histórico edificio, La Torre del Homenaje.

En la parte trasera de la Plaza veréis la mayor parte de las atracciones: el abeto gigante, el bosque de los deseos….
Pasear por las calles comerciales peatonales de bellas fachadas, como la rue Saint Rome o Croix Baragnon, disfrutar de sus preciosos escaparates navideños y de sus luces, fue una encantadora experiencia; ambiente navideño en estado puro.
Otro día y otras visitas, comenzando por en el antiguo convento de los Agustinos, donde se ubica el Museo de Bellas Artes, que alberga pintura y escultura desde la época paleocristiana a los primeros años del siglo XX. Mis salas favoritas, las dedicadas a pintura francesa, Ingres, Delacroix o Toulouse Lautrec. La verdad es que contiene una colección interesante, os lo recomiendo.
La vista panorámica del rio Garona desde el Pont Neuf (puente nuevo), aunque sea el más antiguo de la ciudad, es preciosa y algo que no os podéis perder. Gracias a su peculiar construcción de ladrillo con sus desagües en los pilares, ha resistido a lo largo del tiempo los envites del río.
Construir este puente llevó cerca de 100 años y se hizo en el siglo XVI usando el material con que se construyeron los demás edificios de Toulouse, ladrillo rojizo, dada la lejanía de las canteras de piedra. La necesidad de unir la ciudad con los barrios más pobres, donde se ubicaban los hospitales que atendían a los enfermos de peste en la Grave y el Hotel-Dieu donde se atendían a los huérfanos y a los peregrinos compostelanos, provocó la construcción de este puente.
Me encantó el convento de los Jacobinos, hoy día Monumento Nacional,
Los jacobinos era la iglesia de la orden de los Dominicos, que nació en Toulouse para llevar a los cátaros al redil de la ortodoxia católica.
Es de estilo gótico meridional muy austero, se empezó a construir en 1230 con ladrillos rojos, constituyendo uno de los mejores exponentes de la arquitectura languedociana. En su interior destaca una de sus columnas, en forma de palmera. El edificio se distribuye en torno a un precioso y sencillo claustro. Desde 1369 fue el lugar de reposo Santo Tomás de Aquino, miembro de la orden. Este convento os lo encontrareis a medio camino entre la Place du Capitole y el rio Garona .
El color rojizo de sus edificios, debido al uso del ladrillo, hizo que a Toulouse se le llame la ciudad rosa.
Como amante de los quesos, el foie gras y los caramelos de violeta, no me podía ir de Toulouse sin acercarme al pabellón de Víctor Hugo inaugurado en 1892, que alberga el mayor y más célebre mercado de Toulouse. Cuenta con un centenar de puestos de excelente calidad, y acogedores restaurantes con precios razonables, todo un espectáculo!!.
Hice mi compra, que en los próximos días disfrutaría con amigos y familia.
Si tenéis tiempo y queréis pasar un momento de relax, el lugar indicado es el Jardín Japonés. Se puede llegar andando desde el centro histórico de la ciudad. Cuenta con diez hectáreas divididas entre cascadas, espacios para la reflexión y la armonía, puentes japoneses y hasta una casa de té. Bonito lugar.
CARCASONA
No quería volver a Madrid sin acercarme a Carcasona, ciudad medieval preciosa, situada en el sureste de Francia en la región de Languedoc,en el margen derecho del rio Aude. Ya estuve aquí en otra ocasión, pero me apetecía verla iluminada de Navidad, así que la última tarde noche la pasamos en este mágico enclave
Elegimos ir en tren, saliendo de la estación de Toulouse- Matabiau y tardando en recorrer sus casi 94km unos 41 minutos. Hay trenes cada hora y cuestan unos 35 euros ida y vuelta.
Llegamos a la ciudad baja, Bastida de San Luis, donde se encuentra la estación ferroviaria, unida ésta a Carcasona por el Puente Viejo .Las vistas de La Ciudadela son imponentes y el paseo hasta la entrada precioso.
La ciudadela de Carcasona es una de las mejor conservadas de Europa, fue restaurada por Viollet-le-Duc a finales del siglo IXX y declarada en 1997 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La fortaleza que rodea la ciudadela militar, tal como la conocemos ahora, fue construida a principios del siglo XIII, época en la que sufrió la cruzada contra los cátaros, promovida por Inocencio III.
Entramos por la puerta principal, la de Narbona, del siglo XIII, con puente levadizo, justo frente hay un aparcamiento para los que llegan en coche. Que delicia pasear por sus callejuelas interiores descubriendo rincones y viendo los monumentos más destacados. En este recorrido pasamos por el Castillo Condal, admiramos la Basílica de Saint-Nazaire, su monumento más destacado, construida entre los siglos XI y XIV, que combina los estilos románico y gótico. El pórtico, la nave central y capiteles, son estilo románico, el crucero gótico y lo más espectacular, sus bellísimas vidrieras.
Cayendo el sol recorrimos parte de la doble muralla, momento mágico en el que me sentí en la Edad Media. A medida que avanzábamos, la ciudadela se iluminaba creando un espectáculo maravilloso.
Por la puerta de Aude, bajamos al Puente Viejo y atravesamos al margen izquierdo del rio, donde se encuentra la Bastide de Saint Louis.
