La última vez que viajé a Holanda fue para ver a una amiga y visitar algunas ciudades que no conocía. Establecí mi cuartel general en Amersfoort, localidad en el centro del país, a orillas del rio Eem, por su fantástica ubicación en la provincia de Utrecht, cerca de Ámsterdam, Haarlem y Utrecht, mis destinos por descubrir en esta ocasión.

Esta encantadora ciudad medieval con su magnífico casco histórico y sus preciosos canales, posee también muy buena comunicación ferroviaria con el resto de Holanda.

 

Desde el tren, llegando a Amersfoort, pude contemplar la fantástica puerta de entrada, tanto terrestre como fluvial, de la antigua muralla que protegía la ciudad en el pasado, Koppelpoort, una imagen medieval de cuento, que confirmaba lo acertado de mi elección.

La segunda grata sorpresa fue lo cercana que estaba la Estación de Amersfort del hotel NH, donde fijé mi residencia por unos días, y éste a su vez, del casco histórico y comercial de la ciudad.

El viaje no podía haber empezado mejor, a veces salen las cosas rodadas, más por suerte que por pericia organizativa.

 


El primer día, después de acomodarnos, dedicamos la mañana a pasear por el casco antiguo, donde había muy buen ambiente, magníficas tiendas, rincones preciosos y buenos restaurantes. Aunque el tiempo no acompañaba, quedamos igualmente encantados con la primera impresión del lugar.

El punto de referencia para recorrer la zona histórica es OnzeLieve-Vrouwetoren (La Torre de nuestra Señora) a la que es posible subir para contemplar unas vistas espectaculares.

Esta torre es lo único que permaneció intacto después de que explotase en 1787, un polvorín situado en el sótano de una de las iglesias más bellas de Holanda, de estilo gótico tardío.  Tiene una altura de 98,33 metros, siendo la tercera más alta de Países Bajos.

Onze-Lieve-Vrouwetoren se encuentra en la Plaza Lieve Vrouwe Kerkhof, la más bonita de la ciudad, repleta de locales de ocio y edificios de típica arquitectura holandesa. Desde este lugar se llega a otras pequeñas plazas como Appelmarkt y Groenmarkt, a cual más encantadora, que configuran el centro histórico.

Paseando, atravesamos Kamperbinnenpoort (puerta interior de Kampen) la antigua entrada de la ciudad, que data del siglo XIII. Está ubicada en el extremo de la principal calle comercial del casco antiguo, Langestraat, donde se concentran las mejores tiendas de marcas internacionales reconocidas.

 


 

Cuando tuvimos apetito nos costó elegir dónde comer, porque la propuesta gastronómica de Amersfoort es excelente y amplia. Al final, nos decidimos por Merlot, en la calle Grote Koppe, y su cocina fusión holandesa-francesa. Quedamos saciados y encantados  con sus deliciosas e innovadoras recetas. Lo cierto, es que en cualquier rincón del centro, encontraréis algún lugar atractivo donde tomar algo. Esta ciudad está llena de diseño de vanguardia, que combina perfectamente tradición y modernidad, y se deja ver en los interiores de sus comercios, sus bares, sus restaurantes.

Al día siguiente nos íbamos a Utrech, y tocaba descansar, así que volvimos al hotel agotados de corretear de un lado para otro, pero felices de estar aquí.

 


 

En los días que vivimos en Amersfoort, dimos un paseo en bote a lo largo de los canales principales, disfrutando de otras bellas panorámicas de la ciudad.

Sobrevolar la ciudad en globo aerostático, era otro de los divertidos planes, que podíamos elegir en verano, pero al final no nos decidimos, aunque seguro hubiese sido una estupenda experiencia, eso sí, algo cara.


Visitamos la iglesia de San Jorge, construida en 1248, de estilo gótico holandés, donde se guarda el mayor órgano manual conservado (1845).

Recorrimos la calle, que prácticamente circunvala el casco antiguo, en la que se encuentran Las Muurhuizen, antiguas casas, construidas donde se alzaban los bastiones que rodeaban la ciudad medieval. Un paseo precioso.

Rodeamos el tramo de muralla que permanece en pié, admirando sus diferentes puertas, Kamperbinnen (siglo XIII ) y Monnickendam (siglo XV).

Disfrutamos de la belleza de la fortaleza iluminada al anochecer, cuando cada día volvíamos a nuestro hotel paseando, después de haber tomado una copa o cenado en el casco antiguo.


Como algo de cultura nunca viene mal, aprovechamos para empaparnos un poco de la historia de la ciudad en el Museo Flehite. El edificio, que alberga las colecciones, de puro estilo holandés, me pareció su principal encanto. Contiene un gran número de objetos, que narran la evolución y los acontecimientos acaecidos a lo largo del tiempo en Amersfoort

También visitamos Mondriaanhuis, la casa donde nació Piet Mondrian, fundador del neoplasticismo. Remodelada en 2oo1 y centrada en la temática de la juventud del artista, contiene pinturas de su primera etapa, cartas, fotografías y documentos. Me encantó, creo que es visita obligada para los amantes del Arte.

Visitar Holanda te da la oportunidad de admirar el amplísimo abanico artístico en el que los maestros holandeses de todos los tiempos han destacado, desde la Pintura a la Arquitectura o el Diseño.


 

 

Amersfoort, además de su casco histórico medieval, tiene una zona moderna muy interesante, que se completó en 2oo1. Aquí hay un  distrito conformado por un conjunto de casas de arquitectura de vanguardia, para mi gusto, tan bonito como la zona antigua. Este espacio, que acomoda a unas 4.5oo familias, cuenta con todas las reglamentaciones ambientales.

El día anterior a nuestra vuelta a España pedimos en el hotel unas bicicletas, que al día siguiente teníamos aparcadas en la entrada por un módico precio, para recorrer magníficos parques como el Walibi Land y las zonas verdes que rodean la ciudad, galardonada por el cuidado de su ecosistema.


UTRECHT

Al día siguiente de nuestra llegada hicimos nuestra primera excursión con destino a Utrecht, a apenas 2o km. Desde la Estación Central de Amersfort salen trenes dirección Utrecht aproximadamente cada 15 minutos, y lo mismo en dirección contraria. Compramos billetes de ida y vuelta por unos 6 euros y tardamos 14 minutos en llegar a esa preciosa ciudad.

Utrecht, una de las ciudades mas hermosas de Países Bajos, localizada en el epicentro de Holanda, me cautivó:

Con sus callecitas medievales de los alrededores de la catedral, donde fue un placer perderse contemplado sus antiquísimas casas y sus pequeñas tiendas.

Con sus bellos y animados Canales, que transcurren a lo largo de la ciudad en forma de círculos, delimitando el centro histórico y los alrededores, donde se encuentran algunos de los bares y pubs más originales.

Con la belleza y las maravillosas vistas de la torre Dom.

Con el encanto de sus monumentos y la originalidad de sus museos.

Y cómo no, con su Historia, íntimamente relacionada con la española. En Utrecht se firmaron acuerdos que configuraron el mundo actual. Uno de ellos, el Tratado de Utrecht, puso fin a la Guerra de Sucesión española, propició la llegada de los Borbones a España y dejó en mano de los ingleses a Gibraltar, ocasionando el ocaso del Imperio español.

Pero especialmente, con su conjunción perfecta de lo antiguo y lo moderno, pues fue aquí donde más tempranamente se desarrolló un nuevo concepto de Arquitectura y Diseño, plasmado en la obra del movimiento artístico de  STIJL.


 

Nos dirigimos en primer lugar a la Plaza Central de Utrecht, Domplein, donde se encuentran varios de sus más atractivos monumentos.

Dom es la torre más alta de los Países Bajos, y el principal símbolo de Utrech, visible desde cualquier punto se la ciudad. Es el campanario de la Catedral de San Martín, a la que estaba conectado, hasta que en 1647 un tornado provocó el desplome de la nave central de ésta, dejando a la Torre por un lado y la Catedral por el otro. El espacio entre estos dos cuerpos conforma Domplein, donde también se encuentran el Rectorado de la Universidad de Utrecht, La Catedral y su claustro, Pandhof, y El Museo DONmunder.

 


Esta torre de estilo gótico francés, se construyó entre 1321 y 1382 y tiene 112 metros de alto. Nos decidimos a subir sus 465 escalones y mereció la pena, porque las vistas son impresionantes y abarcan un horizonte enorme y bellísimo. Os diré, que como había paradas en diferentes tramos de las escaleras, en las que un guía explicaba la historia del lugar, no me resultó demasiado penosa la subida.


El Pandhof, es el jardín monástico del campanario de la Catedral de Utrech, se encuentra entre ésta y el Rectorado de la Universidad. Es un precioso lugar en el que crecen plantas medicinales y ornamentales, un remanso de paz donde relajarse. Tres lados del jardín dan a un hermoso claustro gótico. La entrada es gratuita, al igual que a la Catedral, donde sentados en su salón de té, disfrutamos del bonito sonido de las campanas del carillón de la Torre.


Para conocer la historia de la ciudad visitamos DOMunder, un museo interactivo con efectos especiales, que muestra unas excavaciones arqueológicas bajo la Plaza Domplein, donde nos dieron una lámpara y auriculares como si fuésemos arqueólogos, para hacer un recorrido explicado, a lo largo de 2.ooo años de historia de Utrech, desde su fundación por los romanos, que construyeron una pequeña ciudad fortificada en el 45 d.C, (Castellum Traiectum) hasta el año 1674, fecha en el que un temporal destrozó la nave central de la Catedral gótica. Fue un experiencia interesante y muy divertida.

Las visitas se hacen en grupo y al igual que para la subida a la torre, se pueden comprar en la oficina de turismo de Domplein.


Como hacía un soleado día, paramos a tomar algo en una de las terrazas de Oudegracht, o canal antiguo, uno de los más famosos de Utrecht. Hoy día, hay muchos restaurantes y cafeterías con terrazas agradables a orilla de los Canales, que ocupan los antiguos almacenes de los muelles. En estos locales se disfruta del ambiente de esta ciudad y se pueden degustar desde el plato típico holandés, mejillones con patatas fritas hasta la mas sofisticada gastronomía.


 

 

La tarde la dedicamos a una de las visitas más atractivas de Utrecht, si os gusta la arquitectura, a mi me apasiona, la Casa Rietveld Schröder, construida en 1924 por el arquitecto y diseñador Rietveld, icono del movimiento artístico De Stijl, y un hito en la arquitectura del siglo XX. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por el uso revolucionario del espacio. ¡¡¡Espectacular!!!. Su visita incluye también el Central Museum, que acoge la colección más grande del mundo del diseñador y organiza paseos por la ciudad recorriendo los edificios más destacados de Rietveld.

Después de un maravilloso día volvimos a Amersfoort convertidos en fans de Utrecht.


 

El día que fuimos a Haarlem gozamos de un sol espléndido y disfrutamos la ciudad en su máximo esplendor. Esta preciosa localidad a 2o Km al noroeste de Ámsterdam, no se encuentra entre las más visitadas, sin embargo, su belleza es indiscutible y la hace una visita imprescindible si viajas a Holanda.


 

Cogimos el tren hasta Ámsterdam y desde allí, en tan sólo 15 minutos, llegamos a la ciudad medieval de Haarlem, la capital de Holanda septentrional, cerca de la desembocadura del río Spaarne.
Quedamos impresionados con sus canales, que atravesaban tranquilas y elegantes calles de edificios bajos, con los magníficos barcos atracados en sus márgenes, con sus preciosos edificios e interesantes Museos, como el Teylers, el más antiguo de los Países Bajos, que se encuentra en la antigua casa de Pieter Teyler, un importante comerciante de telas y banquero, que donó su fortuna para fomentar el Arte.  Este museo contiene, tanto pinturas de grandes maestros como libros, colección de minerales y todo tipo de objetos curiosos. Pero sin duda fue el Museo Frans Hals, con una magnífica colección de pinturas de los Grandes Maestros del Siglo de Oro holandés (SigloXVII), el que nos dejó extasiados.!!Que maravilla!!


 

A todos nos suena el nombre de esta ciudad por coincidir con el del barrio de New York, y eso se explica porque en 1664, los neerlandeses dieron, en honor a este municipio, el nombre de Nieuw Haarlem ( Nueva Haarlem), a la localidad de Manhattan. Los británicos lo sustituyeron por su nombre definitivo, New York, en 1664. Hoy día, el barrio de Harlem recuerda la influencia holandesa en la ciudad estadounidense.


 

Después de recorrer el Canal principal, cruzar sus puentes levadizos, contemplar el Molino de Adrián con sus maravillosas vistas, nos encaminamos al centro neurálgico de la ciudad, Grote Markt, Plaza del Gran Mercado.


 

Esta amplia plaza situada en el corazón histórico de Haarlem, se extiende a los pies de la impresionante Grote Kerk (la iglesia de Nuestra señora). En este lugar se celebran regularmente, festivales, conciertos y mercados.
Nosotros llegamos en sábado, con lo que pudimos disfrutar de su animadísimo mercado al aire libre. Grote Markt es el centro de la vida cotidiana de Haarlem y una de las plazas más bellas del país. Rodeada de hermosos edificios y bulliciosos bares y restaurantes, es el mejor sitio para tomar algo y relajarte contemplando el entorno.
No se puede abandonar esta plaza sin entrar en la magnífica antigua Catedral de Haarlem, hoy templo protestante (Grote Kerk), que data del siglo XIV. La turbulenta historia del edificio lo ha visto sufrir daños por incendios, caídas de rayos y consagraciones por diversos credos. Hoy sus altísimas torres permanecen erguidas sobre los tejados de la ciudad dominando su perfil, como lo han hecho durante siglos. Su interior gótico es impresionante. Aquí descansa Frans Hals.


Ya atardeciendo, después de una estupenda jornada empapándonos de los numerosos atractivos de esta preciosa ciudad, cogimos el tren, y en apenas una hora estábamos de vuelta en el que ya era nuestro hogar, Amersfoort.

OTRO BONITO DÍA PARA RECORDAR


Al día siguiente, aprovechando un Sol radiante, fuimos a conocer dos pintorescos pueblos pesqueros y turísticos, muy cercanos a Ámsterdam, a apenas 2o km: Volendam y Marken.

Recorrimos los aproximadamente 15 minutos en tren desde Amersfoort hasta Ámsterdam y allí, en la misma Estación Central, cogimos un autobús, que en 2o minutos nos llevó a estos idílicos y coloridos puertos pesqueros.
El autobús, de la compañía EBS, que apenas nos costó 1o euros, partía cada media hora y el billete era válido para todo el día. El bucólico trayecto incluía varias paradas. A los pocos kilómetros de la salida de la cosmopolita capital holandesa, entramos de golpe en la Holanda rural, atravesando los campos verdes de las granjas donde plácidamente pastaban vacas y ovejas.
Llegamos a Volendam y otra Holanda, la marinera, nos dio la bienvenida.


VOLENDAM

Volendam y Market están situados en el Ijsselmeer, el mar interior de Holanda, hoy día separado del mar abierto por el Gran Dique. Favorecidas por a esta situación geográfica, ambas localidades han prosperado gracias a la pesca.
Volendam, entre Edan y Marken, tiene un encantador ambiente marinero, caminar por su paseo marítimo es un auténtico placer. Pescaderías donde se vende el género recién pescado, bares donde degustarlo, tienditas de recuerdos, lugareños ataviados con el traje típico, conforman una bonita estampa de la tradición marinera holandesa.
Después de un buen rato de disfrutar del ambiente de esta preciosas villa, cogimos el ferry para cruzar a Marken, un pueblecito situado en una isla en el Ijsselmeer, a unos minutos por mar de Volendam.


Sus casitas verdes con jardines, el puerto y las pequeñas granjas son la imagen ideal de una vida en equilibrio perfecto con la naturaleza. Comimos en uno de los pintorescos restaurantes del puerto y recorrimos sus callejuelas de cuento hasta que el tiempo se tornó amenazante y decidimos volver

MARKEN


Desde Marken tomamos el autobús de vuelta a Ámsterdam encantados con la excursión.
Ya en Ámsterdam, antes de volver a Amersfoort, nos dimos un paseo por el Barrio Rojo, muy cercano a la estación y completamos así un día perfecto.

Aunque ya había visitado Ámsterdam en varias ocasiones, no quería volver a Madrid sin darme una vuelta por esta fantástica urbe moderna y llena de vida, a la que próximamente dedicare un artículo en exclusiva.
Ya apenas nos quedaban dos días en Holanda y el último lo íbamos a dedicar a pedalear por Amersfoort, así que a la mañana siguiente volvimos a coger el tren rumbo a Ámsterdam con la intención de visitar la Casa de Anna Frank. Previamente habíamos reservado las entradas en la web del Museo, que te permite elegir hora, tenéis que tener en cuenta, que desde las 9 de la mañana hasta las 15.3o sólo pueden acceder al museo los que hayan reservado online, y que durante todo el día las colas son interminables.


 

El Museo de Anna Frank es uno de los lugares más sobrecogedores e imprescindibles que visitar en Ámsterdam.
Siguiendo las indicaciones del folleto que te dan en la entrada, conoceréis la parte trasera del edificio donde vivieron dos años escondidos la familia Frank, durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial. Anna escribió aquí su famoso diario y su padre, el único superviviente del escondite, lo publicó tras finalizar la guerra.
La Casa de Anna Frank se encuentra en el Barrio Jordaan, uno de los más bellos de Ámsterdam, sus jardines, sus bonitas y estrechas calles adoquinadas repletas de cafés con animadas terrazas os encantarán

 

 

Como es mi costumbre, cada vez que visito Ámsterdam, fui a uno de mis museos favoritos, Rijkmuseum, donde siempre quedan obras maestras por descubrir. Los demás, que me siguieron a regañadientes, quedaron maravillados con su inmensa riqueza artística y cultural.
Fue construido en 1876 y es el mayor museo de Holanda,
Su colección incluye la obra de los grandes maestros del Siglo de Oro holandés, Rembrandt, Vermeer, Hals. También abarca la rica cultura holandesa, expone miles de objetos del pasado, que narran 8oo años de historia de Ámsterdam y Países Bajos, desde la Edad Media hasta la actualidad.
Está abierto todos los días de o9.oo-17.oo h. Hasta los 18 años es gratis. La entrada para adulto cuesta 19 euros y se puede comprar en la web oficial si queréis evitar colas. Si, es caro, pero merece la pena.


 

El resto del día lo pasamos paseando por los canales, entrando en una que otra tienda curiosa y disfrutando de una deliciosa comida- cena en Blauw aan Wal, un bonito restaurante en el Barrio Rojo, antes de coger el tren de vuelta a Amersfoort.
Al día siguiente, por la tarde, después de dedicar la mañana a corretear en bicicleta por los alrededores de nuestra preciosa ciudad de acogida, volvíamos a Madrid.

La frase que resume mi viaje es I LOVE HOLLAND


Recomendaciones:

El viaje Madrid-Aeropuerto Schiphol (Ámsterdam) lo hice con AirEuropa, duró 2 horas y 30 minutos. Me trasladé a Amersfoort en tren (Intercity 1653,vía 3). Los aproximadamente 62 km, que hay entre el Aeropuerto de Ámsterdam y Amersfoort los hice en 44 minutos. El billete se puede comprar en las máquinas expendedoras o en el mostrador de la NS, cuesta unos 1o euros. .
Aunque hay buenos hoteles en Amersfoort, yo recomiendo el NH, su relación calidad-precio-ubicación son inmejorables.
Si vais a visitar algún museo en Ámsterdam deberíais comprar previamente la entrada en la web del museo correspondiente, suele haber colas interminables.
El precio del trayecto en tren desde Amersfoort a Ámsterdam cuesta 7,6o euros ida y 15 euros ida y vuelta. Tarda 35 minutos
El trayecto en tren Amersfoort-Utrecht cuesta 4.60 euros ida, 7.80 ida y vuelta. Tarda 14 minutos.

El tiempo es cambiante e imprevisible, difícilmente supera los 23 grados en verano y suele llover, de modo que hay que llevar algo de abrigo y anorak.
Os recomiendo alquilar bicicleta en Amersfoort, se puede hacer en el hotel y es muy barata. Hay paseos preciosos bordeando los Canales que no os podéis perder.

Escrito por Carmen Naranjo

Me llamo Carmen, soy historiadora del Arte, curiosa y viajera, y os quiero hacer partícipes de mis aventuras cotidianas en busca de momentos felices y lugares bellos.

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